Visita obligada por el recinto del Santuari de LLuc, buen sitio para alojarse, y disfrutar si te gusta hacer excursiones andando por los parajes cercanos.
9 de la mañana, barriga llena, alforjas bien atadas, listos para salir, y para recorrer el último tramo de la Serra de Tramuntana, durante una hora iremos subiendo por anchas pistas calentando piernas y disfrutando de la luz de un dia de sol espléndido. Llegamos a la cima sin gran esfuerzo y empezamos un descenso largo de unos 22km, por camino empedrado, a veces más fácil a veces más técnico. Vuelvo a sufrir con la cordinación de, o mirar las piedras o mirar el gps, pero no hay problema, el peso de las alforjas te agarra al terreno. Bajar , bajar y bajar, unas dos horas bajando, toda la altura que hemos alcanzado estos dias atras atravesando la Serra de Tramuntana la tenemos que perder hasta que lleguemos a nivel del mar, no sin antes abrir y cerrar unas cuantas puertas o saltando alguna valla.
Llegamos a Pollença, la atravesamos dirección al Port de Pollença, en Mallorca todas los puertos están alejados de la poblaciones principales, tema de piratas del caribe me supongo. Estellencs (Port Estellencs, Sóller (Port de sóller), etc, etc, etc . Se acabó el paisaje montañoso y solitario, y empieza el paisaje playero, multitud de turistas, chiringuitos, bronceador, bañadores y muy buenas vistas tambien. Así que para hacernos con el ambiente, cervecita en primera linea de playa para adaptarnos al entorno y continuar nuestra ruta por el paseo maritimo, esto ya es ciclobicing en chancletas. Es mediodía, la mañana ha sido de lo más relajada, no ha sido posible encontrar un sitio para comprar un pollo a l'ast , por lo que la opción del Lidl para alimentarnos está más que bien. En Can Picafort, comida, sombra ,siesta y atracción para los turistas, hay un tipo tirado en el suelo, fijo que le ha pasado algo, tuve que acercar las bicicletas para que se dieran cuenta que solo era un ciclista a la sombra haciendo la siesta, antes de que alguien le diera por llamar al 112
Seguimos con nuestro bicing de chancletas, atravesando Can Picafort, imaginaros una urbanización de costa grande, grande, el gps es una maravilla, nos va guiando por las calles, ahora a la izquierda, ahora a la derecha, continua recto por el paseo maritimo y no lo dejes hasta el final, asi lo hicimos, acabando de bruces en una playa llena de playistas y sombrillas. Inevitable a las cuatro de la tarde con el Lorenzo que caia no darse un buen remojón en el Mediterráneo y una posterior ducha, uff que a gustito que nos hemos quedado.
En fin, no hemos venido a Mallorca a tomar el sol, lo mejor será continuar bien empapaditos para protejernos del calorazo que hace, el gps marca que hay que atravesar la playa por la arena, lo hacemos con complejo de piojos verdes, la gente te mira raro, se hace pesadito el paseito arenoso arrastrando la bicicleta, pero no parece una playa muy extensa, pasadas las rocas se acaba y el gps nos indica que vamos en el buen camino.
Todo lo bueno se acaba, y el placer y disfrute que habiamos tenido durante todo el día se iba diluyendo a medida que ya habíamos abandonado la playa, pero NO LA ARENA QUE NO se acababa ,había empezado un calvario de bicipateo por un sendero arenoso que nos impedía montar en bici, cuando parecía que la pista se endurecía, volviamos a montar, y en no más de dieZ pedaladas, otra vez pie a tierra y a arrastrar la bici.
Decir penoso es poco, aquello no se acababa, la dichosa arena era eterna, el sol caia de lo lindo, como en agosto a las cinco de la tarde, los labios secos, buchitos pequeños de agua para racionarla, los bidones casi vacios, quien se iba a imaginar que en aquel vergel de chiriguitos, bares y restaurantes necesitariamos aprovisionarnos de agua.
Podríamos llamar a esta etapa, la travesía del desierto, atravesando dunas como en la Titan desert, Jose me mira raro, no hay salida, puede que nos queden diez km, vamos más lentos que si fueramos a pie, imposible cumplir con el objetivo del dia a este ritmo. En medio de aquel desierto encontramos dos coches, parece que alguna luz nos ilumina, si han llegado hasta alli, algún camino decente habrá. Los dueños estaban jugando a las cartas en una vieja casa playera, les preguntamos que por donde se salía de aquel arenal , y nos contestan que por un buen camino que va a parar a la carretera, pero que no lo podemos cojer porque al final esta vallado, es de ellos y ellos tienen las llaves, que tenemos que volver para atrás, hora y media caminando arrastrando la bici, u otra hora por delante tambien arrastrando la bici, me ahorrro los tacos que me salían del estómago. Casi suplicando les pido agua porque cuando hay sed no hay verguenza, ante un gesto dubitativo les enseño el bidón vacio y acceden a darnosla. Qué amabilidad, debe ser innata en esta isla. Si más no, el agua estaba fresquita, y nos da ánimos para continuar por el desierto, en esto nos encontramos un payo más quemado que un escarabajo y nos asegura que la arena se acaba pronto, que la pista se endurece y que llegariamos a Son Serra, ni que decir tiene que aquí nos hartamos de cerveza, cocacola y helado, que alivio tener la joroba llena.
Se acabó el calvario, pero se ha hecho tarde, las circunstancias sufridas nos impiden seguir al pie de la letra la ruta, cojemos la carretera dirección Cala Ratllada, parece un buen sitio para pasar la noche, y los kilómetros son asequibles. Entramos en un bar que ofrece el plato típico de la zona, spagueti y cerveza 4 €, nos sirve un alemán que no sabe ni papa de castellano, pero spagueti y biere es internacional, y como no tenia otra cosa no se equivocó, regados al final con un licor casero que nos ofreció y del que repetimos solo una vez, menos mal, porque era para acabarse la botella, que rico estaba.
Calentitos, salimos del bar dirección del hotel del millón de estrellas que nos recomendaron para pasar la noche, Cala Aguja. Nada mas llegar, baño nocturno y ducha con un agua fetida que supusimos que seria agua reciclada, esperemos, mal olor no hacíamos despues de enjabonarnos, ya tocaba despues de tres dias. No fue una noche tranquila, dormimos lo que pudimos agarrados a las bicicletas, sin quererlo fuimos a parar a un paraje de lujuria y perdición que algunos aprovechaban para robar a los incaut@s. La visita de una columna de hormigas que iban detras del olor de nuestras viandas tampoco ayudó, que mordiscos pegaban, y para colmo a las seis de la mañana el guarda nos echa de la cama, que le haremos , veremos el amanecer en todo su esplendor
tramuntel
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